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¿Oler nuestra comida puede conducir al aumento de peso?

Un equipo de investigadores realizó recientemente un descubrimiento sorprendente: los ratones que no pueden oler su comida no aumentan de peso. Un nuevo estudio explora algunas de las razones detrás de esto.
Los investigadores han descubierto un vínculo entre el sentido del olfato y la quema de grasa.

Los investigadores dirigidos por Andrew Dillin, profesor de biología molecular y celular en la Universidad de California, Berkeley, se sorprendieron al descubrir que los ratones que carecen de sentido del olfato no aumentan de peso, a pesar de ser alimentados con una dieta alta en grasas.

Los resultados del nuevo estudio fueron publicados en la revista Metabolismo Celular, y los hallazgos apuntan a un vínculo inexplorado entre las neuronas olfatorias y el aumento de peso.

Como explican los autores de la investigación, se sabe que nuestro sentido del olfato, junto con el aporte olfativo del entorno, nos ayuda a seleccionar y apreciar la comida. El sentido del olfato y el del gusto aumentan antes de una comida, y tienden a disminuir inmediatamente después.

Pero el papel fisiológico del sentido del olfato, así como la forma exacta en que contribuye al equilibrio energético general, no se comprende por completo.

Para obtener más información sobre esto, el profesor Dillin y sus colegas crearon un modelo de ratón en el que los roedores fueron diseñados genéticamente para carecer de neuronas receptoras olfativas, que son las células que recubren la cavidad nasal, responsables de enviar la información olfativa al cerebro.

También analizaron la "homeostasis energética" de los ratones, es decir, el equilibrio entre el consumo de alimentos y el gasto de energía.

Estudiando ratones que no pueden oler

La explicación más intuitiva de por qué los ratones sin sentido del olfato pueden no aumentar de peso sería que no comen tanto. Pero el profesor Dillin y sus colegas compararon la ingesta de alimentos de los ratones sin sentido del olfato con la de los ratones de control, solo para descubrir que los ratones que tenían su sentido alterado comían tanto como los del grupo de control.

Además, el equipo explicó las posibles diferencias en la forma en que los nutrientes fueron absorbidos y excretados. Los investigadores también examinaron el efecto de los ratones que pierden su sentido olfativo después de que se volvieron obesos.

Por ejemplo, dos ratones que habían sido alimentados con la misma dieta alta en grasas se volvieron obesos, y solo uno de los ratones se cortó el sentido del olfato. El peso de este ratón disminuyó en aproximadamente un tercio, alcanzando un peso de 33 gramos. Por el contrario, el ratón que retuvo su sentido del olfato también retuvo su peso de 49 gramos.

El Prof. Dillin y su equipo investigaron si podían replicar sus hallazgos en un segundo modelo de ratón. En este modelo, los investigadores usaron un virus que mató a las neuronas olfatorias cuando se inhaló.

Se pensó que este procedimiento era más preciso que el que se usó en el primer modelo de ratón, ya que los investigadores temían que el fármaco utilizado la primera vez aniquilara más que solo las neuronas sensoriales olfativas.

El segundo modelo de ratón reveló resultados muy similares.

Mecanismo de quema de grasa activado

El Prof. Dillin y sus colegas también se propusieron investigar el papel del olfato en el gasto de energía. A saber, vieron el vínculo entre la grasa blanca, la grasa marrón y la interrupción del sentido olfativo.

Los investigadores encontraron "un mayor gasto de energía y una mayor capacidad para quemar grasa como consecuencia de una mayor actividad nerviosa simpática".

El sistema nervioso simpático normalmente ayuda al cuerpo a controlar su respuesta de "luchar o huir" a situaciones percibidas como peligrosas, así como a su respuesta a temperaturas extremas.

En tales situaciones extremas, el cuerpo libera adrenalina. Y como explica el Prof. Dillin, se sabe que la adrenalina activa el "programa de quema de grasa marrón".

Los investigadores creen que la ausencia de un sentido del olfato impulsó la actividad del sistema nervioso simpático; encontraron altos niveles de adrenalina en la sangre de los roedores.

Se descubrió que los ratones sin sentido del olfato queman su grasa marrón más rápido y convierten la grasa blanca en marrón. "Los ratones sin sentido del olfato habían activado un programa para quemar grasa", como dice el Prof. Dillin.

La grasa blanca y la grasa marrón cumplen diferentes funciones: la grasa blanca almacena energía, mientras que la grasa marrón la gasta. En estudios previos, convertir la grasa blanca en marrón se ha asociado con un menor índice de masa corporal (IMC) y se ha propuesto como una buena estrategia en la lucha contra la obesidad.

Entonces, ¿qué significan los nuevos hallazgos para nosotros? Los investigadores dicen que si sus resultados pueden ser replicados en ensayos en humanos, los nuevos tratamientos para las personas con desórdenes alimenticios pueden estar en juego.

"Las personas con trastornos alimentarios a veces tienen dificultades para controlar la cantidad de comida que comen y tienen muchos antojos", dice la coautora del estudio, Céline Riera, del Centro Médico Cedars-Sinai en Los Ángeles, California.

"Creemos que las neuronas olfativas son muy importantes para controlar el placer de los alimentos y si tenemos una forma de modular esta vía, podríamos bloquear los antojos en estas personas y ayudarlos a controlar su ingesta de alimentos".

Luego, los investigadores planean examinar qué vía neuronal es responsable de la conexión entre las neuronas olfativas y el sistema nervioso simpático.

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